Por : Deborah Zurita
El panorama laboral en tiempos de pandemia profundiza el rasgo de clandestinidad de los y las trabajadoras sexuales, al mismo tiempo que muchas se han adecuado o aumentado el sexo virtual con sus habituales clientes. José Carlos, quien se dedica a la prostitución y también es un brillante escritor, nos comenta que al igual que muchos otros chilenos y chilenas los y las trabajadoras sexuales continúan saliendo de casa para trabajar, aunque por la pandemia la primera prohibición fue juntarse.
-“Creo que toda prohibición despierta deseo sin embargo, ha disminuido mucho la posibilidad de tener clientes presenciales. La desobediencia siempre existirá y la clandestinidad muchas veces es la única posibilidad para lxs trabajadorxs sexuales. Siempre hemos lidiado con la clandestinidad, no solo ahora en cuarentena, con un gran aparato represor desplegado para castigar ciertas desobediencias. Hoy, trabajar esta criminalizado para muchos de nosotros, pero también para el comercio ambulante y otras economías marginales.”-

El trabajo sexual en Chile es muy variado, puede acontecer en la calle, en una página online, en un club nocturno, un chat y muchas otras formas, y en tiempos de pandemia debe encontrar formas para adecuarse. Conversando con José Carlos le preguntamos si percibe algún cambio en los mismos clientes que deben enfrentar el no poder tener contacto físico, y como enfrenta este nuevo escenario.
– “Tanto como clientes y colegas han estado afectados por el encierro, más aún cuando prácticas el sexo casual y pagado, cuesta mantener la calma sin esa posibilidad que siempre estuvo tan a la mano. Algunos clientes han optado por pagarme por los servicios virtuales que ofrezco en cuarentena. Tanto ellos como yo hemos tenido que ingeniar-ingeniarnos métodos para sobrevivir el encierro.”-
De alguna manera u otra la llegada del coronavirus y la cuarentena trae efectos en la salud mental, y ante ello los clientes deben enfrentar durante un gran periodo de tiempo un cambio en la intimidad sexual que llevaba o desea, sobre todo cuando ya no es posible ir a un nighclub o juntarse en algún departamento con un trabajador sexual.
-Creo que estás decisiones que priorizan el disfrute sexual han hecho que la salud mental no esté fracturada, aunque no se puede reemplazar el placer de tocar a otro y compartir oxígeno. –
De todas maneras los actos sexuales de manera virtual y para quienes han tenido que correr el riesgo de tenerlo de manera presencial, no alcanza para aplacar la crisis, y fuentes como CNN Chile advierten una disminución en los ingresos económicos de los y las trabajadoras sexuales.
– “Siempre será posible concretar citas aún en tiempos donde el dinero falta. Sin embargo, faltan clientes, falta que nuestros clientes tengan más dinero y no sean encarcelados por salir a atenderse conmigo. Yo pienso que el servicio sexual debiese ser un servicio esencial, pero para pensarlo así falta mucho tiempo.”-
Ayuda y organización
Por otro lado, la comunidad de trabajadoras ha construido redes de apoyo. Tales como Margen, fundación que se dedica a la promoción y derechos laborales de los y las trabajadoras sexuales para mejorar su calidad de vida. Se encuentran con rifas, entregando cajas de alimentos y un fondo de apoyo a través de donaciones para que el vivir sea dignamente.
Foto Rodrigo Gaete