Por: Aracely Lezana

Ahora obtener agua potable de la llave libremente nos parece común, pero lo cierto es, que en un futuro cercano la crisis hídrica hará que empecemos a racionalizar un derecho tan básico como lo es el agua.

Según el Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos del año 2019: 2.200 millones de personas – es decir un 30% de la población mundial – no tiene acceso al agua potable.

Necesaria para la salud, para nuestro día a día. Comidas, higiene, consumo, y para la vida en general. Un recurso tan primordial no está siendo protegido como debería, y son pocas las personas que están haciendo algo al respecto.

Si bien esta crisis viene desde hace años, últimamente esta se ha visto más acelerado de lo normal. Según la ONG el 76% del país está afectado por la sequía, desertificación o suelo degradado.

Jorge Rivas, superintendente del Servicio Sanitario Subrogante, declaró que: «las autoridades han hecho un enorme esfuerzo en años previos para que abramos la llave y salga agua, pero tendremos que hacer bastantes esfuerzos adicionales porque, como van las cosas, el próximo verano podría haber racionamiento”. Refiriéndose al verano del 2021.

El racionamiento del agua es una medida que se establece en los sectores sin un positivo acceso al agua potable la cual consiste su distribución por medio de camiones aljibe, que la hacen llegar a los hogares. Medida que algunas regiones ya tienen instauradas, tales como Biobío, La Araucanía y Coquimbo, siendo estas las más graves a lo largo de Chile.

Según el diario digital ElOvallino.cl, Familias en Ovalle viven con 8 litros de agua al día.

El Ministerio de Obras Públicas, advirtió en El Mercurio que 136 provincias y comunas, entre Coquimbo y El Maule, estarían clasificadas como escasas hídricamente. Dentro de la zona sur de Santiago, algunas de ellas son: San José de Maipo, Pirque, Puente Alto, San Bernardo, Buin y Paine.

Pero ¿A qué se debe este déficit hídrico?

Históricamente en nuestro país, el agua pertenece mayoritariamente a las elites; Empresas de agronomía, plantaciones de pinos, hidroeléctricas, mineras, etc. Que remiten directamente en el acceso público a este derecho, pues Chile es el único país que lo tiene privatizado.

Según un estudio hecho por el medio británico The Guardian: ‘’Chile tiene los servicios de agua y saneamiento más privatizados del mundo; El 95.8% de la población es atendida por empresas privadas. Sin embargo, a nivel mundial, más del 90% de los servicios de agua y saneamiento se financian y administran públicamente gracias a la feroz oposición al agua con fines de lucro’’

En 1981, bajo la dictadura militar, surge el código de agua, este se encarga de mercantilizarla de forma legal y permite que estas empresas utilicen el agua para su beneficio y lucren con ella.

Además, existe la desviación de los cauces de lagunas y ríos, para regadíos ilegales de agrónomos. Entonces, con el tiempo, ni las lluvias serán suficientes para recuperar la pérdida de este bien necesario.

Chile es considerado un país con mega sequía, ya que, han sido los 10 años más secos de la historia (desde el 2010 hasta la fecha). La región metropolitana tiene un 77% de déficit de precipitaciones.

Como consecuencia, las aguas subterráneas, los glaciares y embalses (principales fuentes de agua dulce) disminuyen, debido a que las precipitaciones son las encargadas de su recargo.

La NASA reveló una imagen comparativa del Embalse El Yeso (esencial ojo de agua de Santiago), del año 2016 versus 2020, donde se muestra que este ha sufrido una significativa caída de su volumen. Actualmente se encuentra alrededor del 40% de su capacidad.

Imagen del observatorio de la Tierra de la NASA por Lauren Dauphin.

La mayor parte de agua dulce líquida pertenece a la subterránea, y la menor parte se resume a la visible (0,6%): ríos, lagos, etc. Por lo tanto, cuando hablamos de que los glaciares, embalses y aguas subterráneas están en peligro, es grave.

Se pone en riesgo la calidad de vida humana, flora y fauna de los paisajes más rurales del país.

En adición, el déficit de precipitaciones hace que exista poca disposición de este bien, lo que juega en contra, cuando la demanda es mayor a lo que se dispone para entregar.

En porcentajes, el uso humano de este recurso corresponde al 4,5%, mientras que 80% son agrícolas, 6,7% minería y el 8,9% sector industrial.

Esto quiere decir que la mayor parte del agua, se la están llevando los privados y las empresas, haciendo un uso desmedido de ella, sin conciencia alguna, pues hay un interés económico detrás.

Finalmente, cuando se trata de la gestión de los recursos hídricos, nos referimos a una gobernanza fragmentada, ya que, son muchos entes los que operan: El ministerio de defensa, obras públicas, salud, medioambiente y agricultura, entre otros, los cuales no necesariamente están conectados entre sí. Esto dificulta la calidad de información y acceso a los derechos del agua.

Todo se reduce al mal cuidado y aprovechamiento del recurso hídrico, a la ineficiente distribución del derecho como tal, sumado a la crisis medioambiental y la desinformación. No se está dando la suficiente cobertura de este tema en los medios tradicionales y más consumidos.

En una entrevista con @PuenteAltoDespertó, Juan Pablo, miembro del grupo Agua y Soberanía, quienes se suman a los que luchan por el agua, nos explica que la solución a esta problemática es que ‘’Los proyectos que se lleven a cabo (que usen el agua), tienen que ser absolutamente dialogados con las comunidades, que se respeten sus derechos y que esté en armonía con la naturaleza. Asegurar este derecho para todos… Dialogar el código de agua y por supuesto, una nueva constitución’’

En definitiva, para llegar al fin de este dilema, es necesario implementar medidas urgentes. Realizar un proceso colaborativo con representantes dignos, sobre seguridad hídrica, calidad de las aguas, recuperación de esta y ecosistemas relacionados. Poner sobre la mesa la realidad del otorgamiento de los derechos de las aguas.

Por supuesto seguir luchando por este derecho, que cada vez se una más gente. Ahorrar en lo posible desde los hogares. Actuar, y rápido, porque el tiempo se nos está acabando.